Los jardines de La Alzambra son un claro ejemplo de nuestro sistema de trabajo. Después de desarrollar un estudio paisajístico completo, teniendo siempre muy presente el estilo arquitectónico de su edificación, decidimos que un jardín tropical era lo más adecuado y, a pesar de las pocas facilidades que ofrecía el terreno, conseguimos un jardín que transmitía la sensación de “haber estado siempre allí” que es lo que habíamos perseguido desde nuestro primer boceto.

A la espectacularidad de la segunda fase de La Alzambra contribuyen muy especialmente sus casi 6.000 toneladas de rocalla.